Autor: Ricardo Gutiérrez C.
Director
Museo Arqueológico Weilbauer PUCE
Este tiempo ha sido una un tiempo trascendental.
La pandemia nos ha llevado no solo a repensarnos, sino a reinventar nuestras dinámicas y líneas de trabajo. Nos enfrentamos al vacío, a la duda y la incerteza. ¿Cómo mantener el contacto con los públicos, si ellos son la razón de ser de nuestras instituciones…? ¿Debemos volvernos un CyberMuseo?
La respuesta fue casi obvia migrar nuestra acción al único espacio posible… las redes sociales.
A pesar de la confusión, como equipo logramos mantener las mecánicas de trabajo regulares. Investigación, diseño y producción de exposiciones y programas museológicos. El reto fue pasar del espacio físico al virtual, sin mayores recursos que un par de cámaras, una computadora y todas las ganas y la creatividad, pero sin perder el mandato de crear experiencias significativas.
Empezamos con tímidas video-crónicas, pastillas y reportajes digitales, para compartir las historias y relatos de la muestra permanente y la colección del museo.
Más tarde montamos exposiciones digitales virtuales, que obtuvieron en las redes y el zoom su espacio vital. Cada proyecto se concibió con mediaciones, talleres y conferencias telemáticas, en las que privilegió la participación del público, si bien desde la virtualidad, pero con presencia y convivencia en tiempo real. La cámara de nuestro museógrafo se instaló en el espacio, para ser los ojos de los que -desde casa- visitaban el museo.
Así desde el 2020, hemos producido interesantes proyectos como “Tatuaje y decoración corporal en la Arqueología”, “ArqueoMusicología: Paisajes Sonoros”, “Arqueología de la Muerte”, “Sellos precolombinos: comunicación y ritualidad ancestral”. Y para este año hemos lanzado “Representaciones femeninas en la Arqueología” y “Arqueología Fundamental en la Cueva de los Tayos” con la que celebramos los 33 años de vida del Weilbauer. Todos ellos con levantamiento digital de las piezas en 3d y 360. Aquí la gran ventaja de la virtualidad: piezas pequeñas, como las figurinas de Valdivia, de no más de 7 u 8 centímetros, se pudieron apreciar magnificadas en la pantalla, pudimos observar sus detalles, decoraciones e incluso los procesos de restauración. Llegamos con el público a un nivel de acercamiento, a bienes arqueológicos, imposible en la propia exposición presencial.
Y más allá de aquello… lo que más destacamos es el acceso y la colectivización de contenidos alcanzada. Escuelas y colegios de escasos recursos, de zonas muy alejadas de Quito y de otras provincias, han podido acceder a las muestras del museo. Situación impensable antes de este tiempo complejo y singular. Estos estudiantes y sus docentes, no hubiesen planificado nunca una visita presencial al Weilbauer de la PUCE, por permisos, logística o simplemente por economía. Hoy la visita telemática ha iniciado la ruptura de estas barreras.
Y a propósito de barreras, estamos incorporando en nuestras visitas intérpretes de Lengua de Señas Ecuatoriana, para que la comunidad sorda, sea parte sustantiva de la actividad del museo.
Si bien se migró al espacio digital, las líneas de gestión quedaron intactas y más fortalecidas. Para cada video, exposición temporal, taller o conferencia, se puso en marcha investigación, diseño y realización de productos museológicos, educativos y comunicacionales, en donde también los chicos de la PUCE fueron protagonistas. Estudiantes de varias carreras vinculadas a la temática del museo, participaron como investigadores, diseñadores y mediadores de las propuestas, desde sus prácticas pre-profesionales y de vinculación.
Este tiempo ha sido un tiempo trascendental. La pandemia nos llevó no solo a repensarnos, sino a reinventarnos como personas y como instituciones… Hoy asumimos la mudanza necesaria … hacia la virtualidad.