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La Sala Guaguas ya es un clásico del MIC, si bien se pensó para niños de entre 3 y 8 años, son varios los padres y madres que se han visto riendo a carcajadas, jugando y dejándose sorprender.
Nuestros visitantes del espacio guaguas se ven pequeños en altura, pero son grandes en curiosidad, vienen con un corazón científico gigante que, para el MIC, es su bien más preciado. Aquí les presentamos nuestros ecosistemas y les vemos explorar, correr, preguntar y descubrir, llenando con sus risas y el brillo de sus ojitos curiosos desde el Rincón de los oficios hasta el Vuelo del cóndor, donde imaginar y soñar es la regla, y convertirse en un hermoso cóndor que vuela ágil por los cielos es el juego preferido, y la tarabita ayuda, claro.
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En muchos sentidos es un gran espacio, tiene 9 ambientes multisensoriales distintos, que nos acercan a una gran biodiversidad de plantas y animales del entorno de Quito, desde el páramo, pasando por humedales y bosques montanos. Pero también encontramos actividades interactivas que nos aproximan a las tareas agropecuarias y a las actividades en las fincas.
Para un museo de ciencia contar con un lugar destinado a la primera infancia es una forma única de acercarnos a la comunidad. Desde la búsqueda del pensamiento crítico, el fomento de valores y el juego mediado, nuestros guaguas van creciendo entendiendo que la ciencia, casi siempre, puede ser divertida.
Todas las personas que integramos el MIC amamos nuestra sala Guaguas, y para los y las mediadores/as es uno de sus lugares preferidos; por sus ojos han pasado miles de niños y niñas aprendiendo cómo es la cuenca del Guayllabamba o cuál es la importancia del páramo, otro de los recorridos favoritos. Hasta los hijos de nuestro vecino, Don Patricio Andrade, se apropiaron tanto de la sala, que al crecer decidieron estudiar carreras afines al museo.
Es así que la comunidad se ha ido construyendo desde los vecinos más peques, que con el tiempo dejaron de ser beneficiarios, para convertirse en amigos y amigas del MIC, quienes hoy forman parte de las actividades de los vecinos del barrio, por ejemplo, representando a los personajes más icónicos de Chimbacalle.
Ingresar a Guaguas es mágico, y quizás para un museo de ciencia hablar de magia no parece lo adecuado, pero aquí es así, pues no solo la imaginación infantil se despliega infinitamente: vecinos y vecinas, madres y padres, maestros y maestras, mediadores -y hasta se ha visto a algún que otro abuelito- vuelven una vez más, a ser niños y niñas curiosos y felices.
María Susana Robledo
Investigadora
Museo Interactivo de Ciencia
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