Autoras:
Pamela Pazmiño Vernaza. Gestión Cultural
Estefanía Carrera Yépez. Museología Educativa
Samantha Moreno. Comunicación
Centro de Arte Contemporáneo de Quito
Fundación Museos de la Ciudad
Una vez de regreso al Centro de Arte Contemporáneo de Quito, empezaron los procesos de reapertura y readaptación a las nuevas relaciones que la pandemia y el confinamiento establecieron para quienes formamos parte de un campo del arte y la cultura. Entonces, la reflexión colectiva giraba en torno a cuál es el devenir de los museos y los centro culturales en el contexto de una prolongada crisis sanitaria y las nuevas normalidades.
Este retorno implicó reconocer que el contexto también brindaba la posibilidad de reflexionar críticamente sobre el espacio museo (el centro de arte) probablemente con mayor fuerza que en otros momentos de la historia contemporánea. Reflexiones no solamente respecto a la relación funcional con el espacio físico, sino sobre las prácticas e interacciones a distintas escalas con nuestras comunidades, ahora también comunidades digitales. Todas estas experiencias han sido significativamente retadoras al hibridar el museo in situ y el museo virtual y online; y se han evidenciado en la continua actividad del Centro de Arte Contemporáneo en sus redes sociales como Facebook e Instagram. Sin embargo, es evidente que seguimos reflexionando -sobre la presencialidad o la virtualidad- y sobre el tejido de relaciones sociales y comunitarias que tienen como mecanismo la interacción a través de diálogos en el espacio; detonados por los objetos artísticos y las actividades culturales que siguen siendo mediados por los museos y centros de arte y por quienes accionan en ellos.
Recuperar o reimaginar un centro de arte sin muros -haciendo referencia al texto Aula sin muros de Marshall McLuhan- como un modelo museístico presenta una nueva dinámica dentro del mundo virtual y digital; donde el archivo de los nuevos medios activa la recuperación de memorias de lo público en espacios híbridos de mediación social. Un espacio abatido con el fin de establecer conexiones entre sus diversos públicos, seguidores y usuarios. Sin duda, las programaciones y agendas virtuales han aportado a una cierta democratización del acceso al arte y la cultura contemporánea del país y del mundo. Las nuevas tecnologías son herramientas invisibles y somos las personas quienes debemos accionarlas a través de la comunicación, la gestión cultural y la mediación educativa y comunitaria, pensando que de esta forma el museo transita entre el espacio arquitectónico estático al dispositivo móvil. Inauguraciones virtuales, lanzamientos de publicaciones digitales, mediaciones educativas, recorridos virtuales, clubs de lectura, talleres de creación artística, charlas, encuentros de divulgación artística, repotencialización de repositorios digitales y creación de contenido interactivo a través de posteos, transmisiones en vivo, videos, reels e historias son algunas de las formas virtuales que han establecido una extensión del museo físico. La clave entonces estaría en la transmedialidad: ya no se trata de hacer acciones en un solo lugar, sino que tenemos que emprender acciones pensando en todo el universo ubicuo que constituye ahora al museo.
Quizás el volver a imaginar un centro de arte constituya abrir el paso a los nuevos paradigmas de quienes hacemos, habitamos y mediamos este lugar. Repensar el devenir del museo más allá de sus espacios físicos puede ser potencialmente desafiante y disruptivo, lo que llevaría a una serie de diagnósticos, diálogos, experimentaciones y continuas reflexiones en un contexto donde la transformación todavía es una incertidumbre. Los museos y espacios culturales in situ o virtuales son y seguirán siendo espacios indispensables para la construcción de conocimiento colectivo, para la creación y el disfrute de las experiencias distantes o cercanas mediadas por las prácticas artísticas contemporáneas.
El Centro de Arte Contemporáneo de Quito es un espacio cultural público de acceso gratuito, creativo y activo en sus programaciones presenciales y virtuales. Estas características nos han llevado a buscar múltiples formas para que las comunidades, las personas y los usuarios puedan reconectarse con el espacio. La virtualidad nos ha permitido mantener conexiones con nuestros públicos y la intención es estar cada vez más cerca de quienes reconocen nuestro espacio cultural como un lugar para el conocimiento, la creación y el disfrute pero también para una pausa activa mediática con relación a otros espacios públicos que existen en la ciudad.